Esto lo he aprendido en diferentes circunstancias. Hubo algunos momentos en mi niñez y adolescencia (aborrecencia) en los que fui bastante dolor (incómodo), abuelo (que no disfruta) y me perdí de momentos que pudieron haber sido muy interesantes, bonitos y agradables.
Al recordar estos momentos, recuerdo especialmente aquellas situaciones en las que por pena o temor al que dirán no actué como de verdad quería hacerlo o me comporté soez o torpe con muchas personas.
Muchos años después reconozco que uno de los peores defectos que se puede tener como persona es no disfrutar de donde se está, con quienes se está y las circunstancias. Es importante rescatar que cuando hablo de disfrutar no significa directamente estar muerto de la risa, contando chistes o estar en una fiesta, sino de directamente estar feliz y hacer del momento un momento que valga la pena vivirlo, inclusive en situaciones en las que abiertamente pueden ser doloras, como la muerte de un ser querido.
Para mí, y quiero ser enfático, para mí, disfrutar no es solo reírse es vivir el momento en tiempo presente, como lo único que se tiene disponible, porque hay situaciones extremas e incómodas que inclusive pueden disfrutarse y pasarse bien, o simplemente dejarlas pasar y vivirlas, como un despido, un choque, inclusive la muerte de seres queridos.
En un libro bastante significativo para mí, “El guerrero de la paz”, señala una frase que me ha movido mucho en mi actual forma de pensar, la frase es sencilla y dice así: “no hay momentos ordinarios”. Creo firmemente en esta frase ya que encierra un elemento de vivir hoy y ahora, que es de lo que uno dispone, se enfoca en centrarse en lo que se está haciendo y sacar el mayor provecho y desarrollo personal y emocional de la misma situación. Lo que pasó antes, ya pasó, lo que viene es incierto y por lo tanto es una gran incógnita, pero de lo que si se está seguro es de donde se está ahora y si donde usted está no lo está disfrutando, ¿para qué está ahí?
Esta frase hace eco de una gran lección de Jesucristo que dijo en el sermón del monte, “No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse”
Así que desde hace tiempo he aplicado esto, ya sea que si estoy en una fiesta, la disfruto y paso un buen tiempo con la gente, bailo y la paso bien; si voy al estadio, aplaudo, celebro y grito gol; si voy a la iglesia, canto y adoro; si estoy en mi casa con mi esposa disfruto de la bendición de compartir con mi compañera de mis noches y mis días; si estoy en una situación difícil, la vivo y sé que es una experiencia más que me dejará sus enseñanzas, las cuales no siempre serán las más placenteras, pero enseñanzas al fin.
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