Recientemente asistí a un funeral, la muerte de la esposa de un amigo y compañero. Y como sucede en cada sepelio, la situación más estresante no es para el muerto, sino para quienes quedamos acá. El muerto muerto está y como dice la Biblia nada sabe.
No obstante quienes seguimos vivos nos corresponde apreciar y valorar el privilegio y regalo que tenemos. El aliento de vida que nos permite sentir, reir, llorar, sufrir, amar, odiar, bendecir... En fin que nos da existencia.
Hay ciertas cosas de nuestra vida que debemos apreciar y darle más valor, generalmente estas cosas carecen de valor monetario, pero si tienen un altisimo valor emocional y espiritual.
El tiempo invertido con amigos, con familiares, en aventuras, explorando la naturaleza, compartiendo con el necesitado, dando de lo que se tiene, aprovechando los dones que se tienen.
Valorar la vida implica darle la dimensión más importante a las experiencias, al cariño y afecto por los otros, así como el propio. Es otorgar mayor importancia a lo irremplazable y reconocer nuestra fragilidad, como flor del campo que hoy está y mañana se seca.
Te invito a dar reconocimiento a la vida y existencia de quienes le rodean, ya que viven y sufren igual o más que usted.
Valore y disfrute la oportunidad que se nos da en esta tierra porque no hay segundas ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario